Mordida
Ese día todo parecía estar en orden en la pequeña oficina de vigilantes de recursos naturales, ubicada en el barrio Arenal, al sur mismo de San Vasco. Esa área era la más silvestre de todas ya que allí ubicada un bosque que abarcaba varias millas extendiéndose hacia el sureste. —¿Y qué has hecho con la amiga? ¿Le hablaste? —preguntó Juliana rompiendo el silencio. John levantó la mirada. —No, todavía no. Juliana arqueó las cejas y dejó a un lado su hamburguesa. —Si no lo haces pronto se te pueden adelantar. —Lo sé, ...