Helena Montés - Por Kelvin I. Márquez Traverzo
La joven de cabello rizado y castaño abrió el cajón de cubiertos y sacó una pequeña llave oxidada. La observó un instante y se la guardó entre sus pechos. Las pisadas del conde Brenford se escuchaban cada vez más cerca. Un tanto nerviosa, apenas tuvo tiempo de dirigirse hacia la puerta cuando esta se abrió de repente. —Recoge tus cosas lo más rápido que puedas. ¡Nos vamos! —dijo y se dio la vuelta. —¿Por qué? —dijo la mujer, abriendo los ojos de par en par. El conde se detuvo un segundo y la miró. —¡Solo hazlo! —¡Corte! Helena sonrió mientras sacaba la llave de entre sus pechos y la guardaba en un cajón. Luego fue por una botella de...